Hace poco escuché en una conferencia que la pureza de la raza porcina ibérica no era tal, y que de hecho si nos poníamos a rebuscar y a trazar el origen del cerdo ibérico éste se encontraba nada más y nada menos que en la pérfida Albión. No sé cuanta verdad habría en aquella afirmación o si realmente se sustentaba en algún estudio genético de cierta enjundia o era simplemente un recurso retórico, pero picada por la curiosidad me puse a buscar y la verdad es que no encontré ningún indicio del supuesto parentesco angloibérico. Sin embargo, sí que di con uno de esos términos cargados de alusiones culturales e históricas y de difícil traducción, que en cierta medida emparienta el sistema productivo de nuestro delicioso cerdo ibérico con el del británico.
Se trata del término «Pannage» [del francés antiguo pasnage, y éste a su vez del latín medieval pastionaticum, de pastio(n-), pastar, del verbo pascere, alimentar], una práctica muy antigua en las islas británicas que consistía en conceder el derecho o privilegio de llevar los animales, los cerdos en este caso, a tierras comunales o bosques de la Corona para que se alimentaran de las bellotas, hayucos, castañas y demás frutos que allí había. Hoy en día esta práctica está en desuso, sin embargo en el Sur de Inglaterra (New Forest) todavía se observa esta costumbre que también recibe el nombre de Common of mast (una suerte de dehesa comunitaria) y es parte importante de la ecología forestal además de práctica beneficiosa para otras especies para las que las bellotas resultan tóxicas (vacuno y ponis).
La duración mínima del «Pannage» es de 60 días, pero la fecha de inicio depende de la climatología y del momento de la caída de las bellotas; la institución denominada Court of Verderers (una especie de comisión forestal, legado de tiempos normandos) decide cada año la fecha de comienzo del «Pannage». El resto del año los cerdos no pueden vagar libremente por el bosque, con la excepción de las cerdas reproductoras (denominadas «cerdas privilegiadas») a las que se les permite salir, siempre que no molesten y vuelvan a la porqueriza por la noche. Los cerdos llevan varias argollas en el hocico para evitar que hocen en exceso y dañen el terreno.
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¡Qué interesante!
¿Me puedes pasar el enlace al artículo en inglés? 🙂