En el siglo XIX la función de intérpretes y traductores estaba inevitablemente vinculada a los asuntos consulares y diplomáticos. Para ingresar en la carrera de intérpretes había que ser español, mayor de 15 años y no exceder los 20 años, acreditar buena conducta moral y obtener nota de aprobado en el examen que fijaba el reglamento. Cumplidos esos requisitos, el candidato ingresaba en la carrera por la quinta categoría (aspirante). Así eran las cosas en 1870, según se desprende de la primera norma legislativa de rango de ley que regula la profesión de intérprete: la Ley orgánica de la carrera de Intérpretes publicada el 29 de julio de 1870 en el número 210 de la Gaceta de Madrid.
Unos años después, el 15 de marzo de 1883, se aprobó la Ley orgánica de las carreras diplomática, consular y de Intérpretes.
Además de consultar la base de datos del BOE, merece la pena leer el artículo de Ingrid Cáceres Würsig «Breve historia de la secretaría de interpretación de lenguas» publicado en Meta (Meta: Translators’ Journal, vol. 49, n° 3, 2004, p. 609-628.) y la reseña de EOS Traductores:
Historia de los intérpretes jurados