La palabra «interpretación» proviene del griego hermeneia que originariamente significó la expresión de un pensamiento en el sentido de la comprensión de aquello que no se dice. Hermenéutico de hermeneutikós significa relativo a la interpretación, al arte de interpretar textos, derivado de hermeneus, intérprete, explicador, traductor, el que transmite algo a alguien, de hermeneiein interpretar y hermeneuta de hermeneutés, persona que profesa la hermenéutica. Es decir que la palabra hermenéutica proviene del griego hermeneus que quiere decir intérprete (Burad, 2009). En el «Crátilo» de Platón, Sócrates, preguntado sobre el significado del nombre del dios Hermes, responde que al parecer tiene algo que ver con intérprete –herménea– y mensajero, así como ladrón, mentiroso y mercader. Este dios, añade, inventó el lenguaje y la palabra (Moreno, 2002).
El rasgo principal en las tradiciones sobre Hermes consiste en su papel de heraldo de los dioses, puesto éste en el que aparece incluso en los poemas homéricos, compartiendo esta función con Iris. Como heraldo de los dioses, preside sobre la habilidad en el uso de la palabra y la elocuencia en general, pues los heraldos son oradores públicos en las asambleas y otras ocasiones. Como diestro orador, era especialmente empleado como mensajero, cuando se requería elocuencia para lograr el objeto deseado. De ahí que le fueran ofrecidas las lenguas de los animales sacrificados. Como los heraldos y mensajeros solían ser hombres prudentes y circunspectos, Hermes era también el dios de la prudencia y la habilidad en todas las relaciones de intercambio social. Estas cualidades estaban combinadas con otras parecidas, tales como la astucia, tanto en las palabras como en las acciones, e incluso el fraude, el perjurio y la inclinación al robo.
Pero el dios de traductores e intérpretes es un dios también benéfico, y como explica Carlos Moreno Hernández al cerrar su brillante Introducción al no. 4 de la revista Hermeneus (Facultad de Traducción e Interpretación de Soria, Universidad de Valladolid):
Mientras esto se consigue y pueda ser posible dejar el mundo tribal en el que aún vivimos, debemos invocar a Hermes, ese dios benéfico, para que nos toque con su vara. Así, con pies alados, tendremos una visión más alta de nuestro oficio: ayudar a los demás a trasladarse sobre fronteras y prejuicios lingüísticos o culturales, y a conversar con aquellos, vivos o muertos, que dijeron o que dicen palabras en las que podamos comprendernos, de las que podamos disfrutar, con las que podamos vivir mejor.
Vía: Wikipedia;
Viviana Burad, 2009: Un dios para los intérpretes, 2009; Carlos Moreno Hernández, 2002: Hermes, Dios de los traductores e intérpretes