Nos ha tocado vivir un fin de año académico un tanto caótico y atropellado que nos ha cogido a todos con el pie cambiado. Ahora comenzamos nuevo curso con la misma incertidumbre pero con bastante aprendizaje a nuestras espaldas sobre formación y sobre digitalización.
La docencia no es mi actividad principal pero, siempre que puedo, sí que me gusta compartir experiencias –presencial o virtualmente– con otros intérpretes. La experiencia que he tenido con la formación en línea siempre ha sido buena; desde aquellos primeros webinarios con Educación Digital a los más recientes de Asetrad, pasando por cursos más extensos como los módulos de simultánea en la Universidad Intercontinental de México (UIC) o la participación en el Máster en línea de interpretación de conferencias de la UCAM. Plataformas síncronas o asíncronas, en la nube o en local, hay mil variantes y millones de posibilidades que, más que asustar, maravillan.
Esta pandemia no ha hecho más que confirmar que aprender y enseñar en línea no solo es viable sino que es una opción que ha venido para quedarse, por si había alguna duda 🙂 La formación ha tenido que reinventarse y no digamos la interpretación que ha sufrido de lleno los estragos de las medidas contra la Covid-19 con la cancelación o aplazamiento de innumerables congresos, charlas y demás actos.
Esta remotidad forzada también tiene lecturas positivas, iniciativas solidarias y mucho esfuerzo conjunto para buscar soluciones; ha traido oportunidades, nos ha obligado a cambiar y a adaptarnos a velocidad ultrasónica, demostrar resiliencia y ahora lo que nos toca es seguir avanzando, mejorando y explorando nuevas oportunidades.