Nuestras tres voces

Como intérpretes usamos la voz todos los días, sabemos cómo trabajarla, modulamos, subimos o bajamos el volumen, cambiamos el ritmo, acentuamos palabras, jugamos constantemente con la voz para enfatizar elementos importantes del discurso o para transmitir ideas o hasta gestos del ponente.

La voz es un fenómeno muy complejo que requiere de una sincronización de más de 100 músculos y que tiene el potencial de revelarnos bastante más de lo que creemos. Según los últimos estudios, escuchar ciertas perturbaciones y una falta de linealidad en la voz puede ayudar a predecir etapas muy tempranas del párkinson. Escuchar la respiración al hablar, puede ayudar a detectar una enfermedad cardíaca. Los cambios de ritmo en algunas palabras pueden ser un buen indicador de depresión. Esto y mucho más es lo que cuenta en TED Rébecca Kleinberger, investigadora francesa que está haciendo el doctorado en el MIT Media Lab, tratando de entender cómo usamos y comprendemos nuestras voces y las voces de los demás. Apasionante.

Según esta investigadora tenemos tres voces, una externa, una interna y otra interior:

La voz externa es la voz tal y como la proyectamos al mundo. Durante la espiración el aire de los pulmones pasa a través de la glotis, haciendo vibrar las cuerdas vocales; y es cuando pasa por el aparato fonador cuando el sonido adquiere las cualidades características de cada voz. Aunque el mecanismo es el mismo, todas las voces son únicas debido a diferencias muy sutiles en tamaño, fisiología, niveles hormonales, etc.

La voz interna es la voz que percibimos nosotros mismos. Para percibir esta voz, primero tiene que viajar hasta los oídos. La voz externa viaja por el aire mientras que la voz interna viaja por los huesos, a esto se le llama conducción ósea. Debido a ello, la voz interna suena con un registro más bajo y también más armonioso musicalmente que la voz externa. Una vez que viaja al oído interno, pasa por un filtro mecánico (una pequeña partición que aparece y protege al oído interno cada vez que producimos un sonido) y luego por un tercer filtro biológico (la cóclea, una parte del oído interno que procesa el sonido, formada de células vivas que se activan de manera distinta según con qué frecuencia escuchen un sonido). Como nuestra voz es el sonido que escuchamos con mayor frecuencia, es el que menos percibimos.

La voz interior es la voz que escuchamos cuando leemos un texto en silencio, cuando ensayamos para una conversación importante. A veces es difícil callarla, es difícil ver un texto escrito en nuestra lengua sin leerlo con esa voz interior. También es la voz que no puede dejar de tatarear esa canción que tienes en la cabeza. Y para algunas personas resulta imposible controlarla: es el caso de los pacientes con esquizofrenia, que tienen alucinaciones auditivas. No pueden distinguir entre las voces que vienen del interior de las que vienen del exterior. Recientemente se ha descubierto que cuando abrimos la boca para producir un sonido, nuestra propia corteza auditiva se apaga; oímos nuestra voz pero el cerebro nunca escucha ese sonido. A esto se le llama descarga corolaria y ocurre con cada movimiento de nuestro cuerpo. La definición exacta de una descarga corolaria es una copia de un comando motor que envía el cerebro. Esta copia no crea un movimiento por sí misma, sino que se envía a otras regiones del cerebro para informarles del próximo movimiento. En el caso de la voz, esa descarga corolaria es la voz interior.

Ahora ya sabemos el por qué de esa cansina voz interior  que siempre nos acompaña cuando interpretamos, y el rechazo a nuestra propia voz cuando nos escuchamos en las grabaciones después de interpretar 😉


1 comentario en “Nuestras tres voces”

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.