Esta entrada es la primera colaboración en el blog y la firma Eduardo Paz, experto en marketing y director de la empresa Comercio Electrónico Global.
Durante los útimos tres días de lo único que se habla en las redes sociales españolas es sobre las escasas habilidades de la alcaldesa de Madrid Ana Botella para hablar en inglés y, particularmente, sobre el efecto negativo que ha tenido dicha carencia sobre la suerte de la Villa de Madrid como organizadora de los Juegos Olímpicos del año 2020.
Posiblemente en contra de todo el mundo yo creo que la grotesca pronunciación de la alcaldesa no tuvo mucho que ver en el penoso resultado. De hecho, parece que el presidente Putin varios días antes anticipó a Mariano Rajoy que Tokio ya contaba con los votos necesarios para convertise en la sede de los juegos. Y también recuerdo haber leído en el Washington Post del día anterior al evento que el ganador sería Tokio y que en tercer lugar estaría España.
¿Por qué habrá perdido España? Creo que si bien el país está muy preparado para este tipo de eventos, pesan como una losa la imagen de corrupción institucional en todos los niveles, la crisis económica, la falta de patrocinio privado y la sensación de impunidad ante el dopaje. Seguramente también la incomprensible escapada de Ana Botella al spa Penha Longa de Portugal en plena crisis del Madrid Arena. Y evidentemente, la capital nipona era un candidata muy poderosa, que busca renacer desde sus dificultades económicas y del desastre nuclear de Fukushima igual que lo hizo con las olimpiadas de 1964 que marcaron un hito en la recuperación japonesa tras la Segunda Guerra Mundial.
Por los vídeos que he visto imagino que Ana Botella no sabe hablar ni una palabra en inglés. Eso es indiscutible y lo vio toda España. Habrá preparado con su equipo y consultores el discurso final para Buenos Aires; también habrá analizado con un profesional de la traducción o interpretación o un lingüista la fonética y la pronunciación. Cualquier cosa menos la ortografía. Y habrá dedicado unas semanas a memorizar cada palabra y a preparar «su» puesta en escena. Confieso que yo hice lo mismo varias veces (hasta que aprendí a desenvolverme en inglés). Recuerdo las horas que pasé memorizando la pronunciación de textos en inglés para explicar un proyecto en Naciones Unidas en Ginebra o para defender una propuesta en la Comisión Europea en Bruselas. Y aún puedo sentir el horror e impotencia de cuando me hacían preguntas para aclarar simples detalles o aspectos muy técnicos de los mismos.
Me pregunto ¿por qué Ana Botella eligió hacer la presentación final del proyecto en un idioma que desconoce? Aunque, como afirmé antes creo que eso no afectó al resultado final, fue un claro y elemental error de marketing del proyecto Madrid 2020, que sus asesores debieron advertir y evitar.
A mi entender, los españoles percibieron ese «querer aparentar lo que no sabe y lo que no se es» como una falta de autenticidad y de transparencia; y las redes sociales que son extremadamente sensibles a este tipo de actitud nunca perdonan.
Su desconcertante histrionismo y dramatización en su esfuerzo de convencer a los representantes del COI apuntalaron, aún más, a los «canallas» de las redes y televisión que pusieron todo su arsenal de creatividad para burlarse de ella. Es la forma que tienen para manifestar su descontento y crítica contra el típico listillo que dice saberlo todo y no sabe nada (tristemente común entre la dirigencia política).
Rajoy habló en español y lo hizo bien. El Príncipe Felipe se lució en inglés, en francés y en español. Si él hubiese dicho aquello de nothing quite like a relaxing cup of café con leche in Plaza Mayor hubiese sido un gesto simpático.
A diferencia de mis desventuras en Ginebra o en Bruselas, la alcaldesa tenía a su disposición unos servicios de interpretación simultánea de altísima calidad. Creo que debió dedicar todos sus esfuerzos a trabajar con sus consultores en una puesta en escena natural, transparente y eficiente, y hablar con orgullo el español con el apoyo de profesionales lingüísticos.
En fin, así fue como los «phonemes» del discurso se transformaron en el «meme» del verano.
Firmado: Eduardo Paz
Muy acertado aquello de «el típico listillo que dice saberlo todo y no sabe nada», me parece la clave de todas las críticas y estoy contigo en el asombro hacia el departamento de marketing que permitió esta grotesca puesta en escena. Y digo puesta en escena porque me ha recordado a un mal actor que se esfuerza en aparentar dominar un papel ante un jurado implacable.
Estoy de acuerdo con lo que dices, Clara. Pienso que más que su inglés, que sí era malo, lo peor fue su «desconcertante histrionismo y dramatización», como tú muy bien dices.
También creo que hubiese quedado mucho mejor si hubiera utilizado un intérprete. Pero me parece penoso que los españoles nos dediquemos siempre a insultarnos. Sería mucho más inteligente por nuestra parte no hacerlo. Yo si fuese japonesa o turca, encontraría muchos motivos para ello, pero ellos son más listos y no lo hacen.
Y por último, según he leído, que hemos perdido porque hay países de Europa que querían optar a la próxima candidatura y si ahora se la daban a España, no podrían.
Buen artículo. El inglés no es lo único que cuenta aquí, también cuentan su horrorosa puesta en escena y el contenido de su discurso, nada serio para tratarse de una candidatura a unos JJOO en un foro internacional.
Pues parece que nada fue fruto del azar o de la desidia… http://www.publico.es/deportes/467714/el-creador-de-relaxing-cup-of-cafe-sobre-ana-botella-estuvo-perfecta
Hola, Eduardo:
Estoy totalmente de acuerdo contigo en que Ana Botella tendría que haber hecho uso del servicio de interpretación del que disponía y en esa línea va la entrada del blog de Se Busca Traductor. Te invito a leerla y a que nos des tu opinión.
Un saludo,
Elisa
Hola, Eduardo:
Estoy totalmente de acuerdo contigo en que Ana Botella tendría que haber hecho uso del servicio de interpretación del que disponía y en esa misma línea va la entrada del blog Se Busca Traductor: http://sebuscatraductor.blogspot.com.es/
Te invito a leerlo y a darnos tu opinión.
Un saludo,
Elisa