Hace unos años la AIIC organizó un estudio, coordinado por Jennifer Mackintosh, sobre la percepción que los usuarios tenían del trabajo de interpretación. Para ello se diseñó un cuestionario y se analizaron los resultados que reflejaban los puntos de vista de más de 200 participantes, en 84 conferencias, en 25 países.
Según las respuestas a una serie de entrevistas, el ‘intérprete ideal’ habla de una manera clara y animada pero sin histrionismos, comprende el tema de la reunión y conoce la terminología; utiliza frases completas, correctas gramaticalmente y las enuncia sin vacilaciones ni aspavientos. De hecho, la cualidad que más valoraron los oyentes fue la claridad de expresión. Para ellos, el intérprete ‘ideal’ es fiel al significado del discurso original, por encima de otras consideraciones y haciendo esto se concentra en lo esencial en lugar de intentar reproducir literalmente todo lo que dice el orador. Su producción es regular y se mantiene lo más cerca posible del original (de hecho, el 34% de los entrevistados afirmaba sentirse incómodo si el intérprete esperaba mucho rato antes de empezar a hablar, o hacía pausas demasiado prolongadas durante un discurso). Los acentos no nativos o regionales parecer ser que no molestaban mucho a los oyentes (el 50% no daba importancia al acento y al 24% no le molestaba; sólo un 8% dijo que era muy molesto, un 14,4% que era molesto; y el resto eran contestaciones del tipo ‘no sabe’).
Cuando se les preguntó sobre cuanto tiempo pensaban que tenía que estar trabajando un intérprete sin descanso, el 22% dijo 20 minutos, el 28,5% hasta 30 minutos, el 6% dijo que hasta una hora y el 5,5% durante toda una presentación, lo cual sugiere que los cambios de voz y estilo durante un discurso pueden molestar a algunos oyentes.
Las respuestas fueron bastante variadas, sin embargo indicaban que la interpretación se ve como una profesión de mucha tensión y bastante exigente, equiparable, en este sentido, a la de pilotos y controladores aéreos, médicos de urgencias y cirujanos, o periodistas, por ejemplo.
El estudio ahonda en otros aspectos interesantes para el intérprete y nos da una idea de lo que piensan los oyentes del trabajo del intérprete , así como de cuales son los fallos que debieran subsanarse.
vía: AIIC