El lenguaje es nuestra herramienta de trabajo, pero más allá de su valor comunicativo y su capacidad para representar y reflejar la realidad, el lenguaje tiene una relación estrecha, aunque no aparente, con la salud. Estrella Montolío, experta en lingüística hispánica, y Julio Basulto, conocido nutricionista, explican claramente esta relación en una serie de entrevistas dirigidas por Carles Mesa que os recomiendo leer («Lenguaje y salud»).
Según cuenta Montolío, las investigaciones en neurociencia han demostrado que si nos exponemos a la presión del lenguaje negativo aumenta la producción de cortisol, la hormona del estrés, perjudicial para la salud; mientras que el lenguaje positivo estimula la liberación de endorfinas en el organismo, las hormonas del placer, beneficiosas para la salud y el bienestar.
El lenguaje no es inmune a la salud emocional y física, tanto para nosotros como para los que nos escuchan. Si utilizamos el lenguaje de manera constructiva se puede tener un impacto positivo en las personas. Y es que el lenguaje nunca es inocente, las palabras que usamos suelen ir cargadas de connotaciones que generan emociones muy distintas en nosotros y en los demás, pueden dañar o pueden sanar, pueden ser ofensivas, etiquetantes y estigmatizantes, o transmitir dignidad, empatía y esperanza. Usar el lenguaje de manera consciente para romper etiquetas o estigmas o para mejorar nuestro ánimo requiere de un ejercicio de reflexión, y la voluntad de querer cambiar la forma de pensar y ver el mundo.
El poder del lenguaje en nuestro estado de ánimo
Vivir entre conversaciones superficiales crea malestar físico
The importance of language in mental health care
People’s words and actions can actually shape your brain — a neuroscientist explains how