Hoy se celebra San Isidro Labrador, patrono de los agricultores (y después también de Ingenieros Agrónomos e Ingenieros Técnicos Agrícolas) y de la agricultura que, según San Agustín, es «de todas las ocupaciones, la más sana y honesta» y «maestra de moderación, diligencia y justicia».
Siendo el día que es, y trabajando como trabajo entre ciencias agropecuarias, hoy no podía sino publicar una entrada de corte agrario y hablar de una de las verduras más representativas de mi tierra: la borraja (Borrago officinalis L.), especie hortícola cultivada tradicionalmente en Aragón, y planta con propiedades medicinales citada desde muy antiguo por múltiples autores: Hipócrates, Galeno, Díoscorides, etc.
El cultivo de la borraja como hortaliza se conocía desde la Edad Media, en zonas de Castilla y Aragón, ya que anteriormente no se tenía constancia del cultivo de esta verdura ni por parte de Griegos o Romanos, quienes posiblemente la trajeron de su origen, Siria. Fue la primera verdura llevada por los españoles a América y parece ser que su aclimatación fue excelente.
J.E. Hernández Bermejo y J. León en su obra «Cultivos marginados: Otra perspectiva de 1492», publicada por FAO en 1992, consideran la borraja como cultivo marginado junto a la oruga (Eruca sativa), el mastuerzo (Lepidium sativum), la verdolaga (Portulaca oleracea), el apio caballar (Smyrnium olusatrum), la escorzonera (Scorzonera hispanica), la tagarnina (Scolymus maculatus) y el cardillo (Scolymus hispanicus). Pero lo cierto es que hoy en día no se puede considerar marginada y de hecho es una delicia culinaria cada vez más representada en la gastronomía española.
Feliz San Isidro desde un Madrid soleado
Igualmente 😉 desde una Zaragoza ventolera