Este verano la desgraciada muerte de un intérprete en pleno conflicto afgano volvía a reavivar el debate sobre la falta de preparación, apoyo y acuerdos internacionales para proteger a los intérpretes que trabajan en zonas de conflicto y para garantizar las debidas indemizaciones a sus familias en caso de muerte o lesiones en servicio, tal y como señala la AIIC .
Ataollah Taefik Alili, caía asesinado el pasado 26 de agosto en Afganistán, junto a dos guardias civiles, José María Galera y Abraham Leoncio Bravo Picallo. Taefik Alili, de origen iraní y nacionalizado español, tenía 55 años, estaba casado con una española y era padre de dos hijos, una chica y un chico de 20 y 18 años. Llevaba más de 30 años viviendo en España y 10 residiendo en Cuarte de Huerva (Zaragoza) con su familia. El intérprete era miembro de la comunidad Bahai, una religión que nació en Irán a mediados del siglo XIX y había llegado a España perseguido por sus creencias religiosas. Tenía estudios en el campo de la botánica, pero se dedicaba a la venta de alfombras. Durante estos años en España dedicó su tiempo y energías a trabajar por los principios bahais de unidad del género humano, eliminación de prejuicios, igualdad entre el hombre y la mujer, unidad de las religiones y educación universal, entre otros. Había sido contratado por el Ejército español como intérprete y llevaba ya tres meses en Afganistán. Tenía previsto regresar a España a mediados de septiembre.
Vía: El País, Periodista Digital, La Rioja y Fuerzas Armadas.