La semana pasada me escribió una intérprete mexicana para llamar la atención sobre una entrada («Negotiating in translation») publicada el 11 de mayo de 2010 en el blog del curso de Negociación Internacional que ofrece la Facultad de Derecho de Harvard. Se trata de una especie de prontuario para las negociaciones internacionales que hacen uso de intérpretes y en realidad es una adaptación abreviada de un artículo («Negotiation in translation») publicado en Harvard Negotiation Newsletter (Vol. 7, 4-6) en el año 2004 y firmado por Jeswald W. Salacuse, profesor de Derecho en la Facultad de Derecho y Diplomacia Fletcher de la Universidad de Tufts y autor con amplia experiencia en desarrollo internacional y práctica jurídica, así como negociación internacional, arbitraje, transacciones comerciales internacionales, etc. Unos años más tarde, en 2012, se recogió la misma información en un informe de la Universidad de Harvard titulado «Cross-Cultural Communication Skills for International Business Executives» y por lo que he podido ver el mismo contenido se ha reproducido en numerosas sitios y páginas web.
Es cierto que la nuestra es una profesión joven y muchas veces desconocida y que a pesar de los esfuerzos de profesionales y asociaciones la percepción que se tiene del intérprete es a veces confusa y llena de estereotipos. Los intérpretes solo aparecemos en las noticias cuando las cosas se hacen tuercen; pero cuando un intérprete logra mediar en un acuerdo diplomático trascendental o consigue hacer de una intervención farragosa un discurso de gran lucimiento nadie se acuerda.
El problema no es que Salacuse enumere una serie de reglas sencillas para conseguir mayor efectividad en las negociaciones en las que se tiene que contar con intérpretes, sino el tono y falta de tino de sus afirmaciones. Nadie pone en duda la importancia de saber seleccionar y contratar intérpretes profesionales para las negociaciones empresariales. Nadie cuestiona las limitaciones inherentes al propio proceso interpretativo y comunicativo y sus implicaciones (léase la reflexión de Sanda Kaufman, The Interpreter as Intervener o al propio Cervantes 😉 «… y lo mesmo harán todos aquellos que los libros de verso quisieren volver en otra lengua: que, por mucho cuidado que pongan y habilidad que muestren, jamás llegarán al punto que ellos tienen en su primer nacimiento»). Pero nunca había escuchado hablar de los intérpretes en estos términos y me sorprende y preocupa que en una publicación de una institución como Harvard se utilice un tono así y unas afirmaciones tan alejadas de la realidad:
Because translation complicates negotiation, executives should manage and plan for it as they would any other tactical element in deal making
Do not rely on the other side’s interpreter unless someone on your team understands the language and can check the translation Before hiring an interpreter, try to determine her skill and experience from independent sources, such as the U.S. consulate or the local branch of a multinational bank.
Translators may be experts in languages, but they will rarely be experts in your business. Context gives words their meaning, but interpreters seldom will know the business context of your deal.
Stay on guard. Some interpreters, because of personal interests or ego, will try to take control of negotiations or slant them in a particular way. This risk may be especially high if the interpreter also works as a middleman, agent, or business consultant and is hoping for future business opportunities from your deal. You need to guard against such power plays by learning enough about your translator to determine potential conflicts of interest and by staying alert throughout talks to ensure that your translator is not adding in personal business advice.
Siempre me ha sorprendido que en el mismo mercado tenemos clientes que conocen bien la profesión y las condiciones de trabajo necesarias y los que realmente no conocen la labor del intérprete desde un punto de vista de práctico y que además, a veces, nos ven incluso como un elemento negativo.
Me encanta que el cartel tenga más vida 🙂
What an unfortunate piece of misinformation! I wonder how many people have read and believed all the misconceptions promoted therein.
Gracias por comentarlo 😀
Gracias por el comentario, Aida. La verdad es que tu foto me vino de perlas para ilustrar la idea 😉 ¡Afortunadamente, no son muchos los que tienen una idea tan retorcida de nuestra profesión!
¡Un saludo!
¡Gracias a ti, Flor, por hacerme llegar el artículo! 😉
¡Un saludo!
Indeed Gio, very sad! I had to read it twice because I couldn’t believe my eyes O.o
Thanks for your comment 😉
Madre mía… ¡Cómo está el patio!
Madre mía, ¡vaya tela! Ahora mismo lo comparto. Un placer leerte como siempre, Clara. 🙂
Pablo
Ahora que estoy leyendo bastante para la tesina, me encontré con esto en los estándares de enseñanza de idiomas del estado de Kentucky:
The cost of monolingualism is high. The Kentucky World Trade Center reports that each year, businesses, state and local education agencies, government offices and private organizations pay large fees to hire interpreters and translation services or provide language training to employees (i.e., business and legal professionals, medical staff, fire and police workers, court employees, etc.) These costs are passed on to citizens. By preparing students with the language skills they need while in they are in school, this cost can be drastically reduced, if not avoided.
Lo mejor de todo es que en el siguiente párrafo dice que si estudias idiomas puedes trabajar de intérprete :-S
¡Gracias por la visita Pablo, y por compartir la entrada! 😉
Saludos bootheadores….
Como decía Marta ¡Cómo está el patio! Desconocimiento y falta de información sobre la realidad 🙁
¡Muchas gracias por tu aportación, Cristina!