Siempre he sentido tremenda curiosidad y admiración por esas personas que, por una u otra razón de la vida, hablan una lista interminable de idiomas. Leo por ahí que gracias a la tecnología, los novedosos métodos de aprendizaje y las posibilidades de viajar, aprender idiomas es hoy en día mucho mas fácil. Lo será, no lo dudo, pero lo cierto es que el método, la constancia y el trabajo son ingredientes que no suelen faltar en la dieta de estos políglotas.
Uno de los políglotas quizás más mediáticos es Alexander Arguelles que dice leer entre 35 y 40 lenguas y que ha dedicado su vida al aprendizaje de lenguas con gran empeño. El traductor griego, Ioannis Ikonomou, también es un claro exponente de poliglotismo pues habla con soltura 32 idiomas.
Políglotas ha habido en todas las épocas y de todas las nacionalidades, el poeta inglés John Milton, por ejemplo, el alemán Emil Krebs, el neozelandés Harold Whitmore Williams o el recientemente fallecido escritor y traductor mexicano Ernesto de la Peña. Pero he de reconocer que siento cierta predilección por la figura de Kató Lomb en parte, supongo, por tratarse de una intérprete, pero también por su tremenda tenacidad, motivación y autodisciplina. Os dejo un enlace a una entrada que publiqué hace cuatro años sobre ella y su interesante trayectoria que espero os entusiasme tanto como a mí: Kató Lomb
Acabo de leer la entrada que publicaste sobre ella. Excelente ella y excelente la entrada. ¡Muchas gracias!
¡Gracias a ti, Nuria, por pasarte por el blog! 😉