Con los glosarios a cuestas

Los glosarios son parte del trabajo de interpretación, y no son solamente una fuente muy valiosa de información, sino que contribuyen al proceso de aprendizaje y de preparación para cualquier conferencia. Si nos fijamos bien, los glosarios muchas veces son reflejo de la personalidad del intérprete, pero esa disertación filosófica o psicológica la dejo para otro día.

Foto de Matus Nemeth

Foto de Matus Nemeth

Al elaborar un listado terminológico nos vemos obligados a adentrarnos en el tema que estamos preparando y de esa manera vamos asimilando no sólo términos sino conceptos que luego serán clave para la interpretación. De ahí que sea tan importante que cada intérprete realice sus propios glosarios (además de contar con los que se pueden sacar de internet o que nos puedan prestar los compañeros), no sólo porque el mismo proceso de búsqueda y elaboración le ayudará a fijar ideas y términos, sino porque cada uno tiene inquietudes, dificultades y carencias bien diferentes.

La forma del glosario también es muy personal, no existe una formula universal. Cada uno debe buscar la manera que mejor le convenga de organizar la información, según el uso que le vaya a dar (base de datos, breve listado para cabina, glosario completo con definiciones, etc.). Unos hacen listados en word, otros usan access, otros confeccionan los glosarios en excell, hay para todos los gustos. Sofía García Beyaert en su Desván del aprendiz intérprete, da algunas pautas al respecto:

– Asignando una letra a cada subtema, podemos meter en nuestras tablas de glosarios un término dos veces: una con la letra asignada al subtema al que pertenece precediendo al término y otra introduciendo el término tal cual (ejemplo: en un mismo glosario introducimos el término “flor” tal cual y una segunda vez con una B de “botánica” delante). De esta manera, al ordenar la tabla por orden alfabético tendremos en un mismo glosario los términos por temas (en la letra asignada a cada uno) y por orden alfabético en la clasificación general. Permite tener toda la información centralizada evitando tener que lidiar con multitud de glosarios.

– Las bases de datos presentan la ventaja de permitir hacer búsquedas de un término en diferentes glosarios a la vez. Son especialmente útiles en cabina si vamos a contar con nuestro portátil para las sesiones. También son útiles para un almacenamiento eficaz de nuestros glosarios a largo plazo pensando en optimizar el trabajo para futuras referencias. Access es la base de datos integrada en el paquete de Microsoft Office. Existen también bases de datos creadas específicamente para su uso por intérpretes, como Interplex.

– Al hacer el vaciado de términos de nuestra documentación no debemos olvidar que algunos términos parecen muy transparentes desde el punto de vista de la comprensión pero pueden presentar dificultades desde el punto de vista de la traducción. Para no dejarse traicionar por estos términos la traducción a vista es un truco eficaz para detectar dificultades terminológicas reales.

– Con vistas al trabajo a largo plazo, es muy útil actualizar los glosarios después de una conferencia o charla. Los eventos en sí son excelentes fuentes de información que no volveremos a tener a nuestra disposición. Al terminar un congreso (u otro evento), merece la pena entonces pasar a limpio las anotaciones realizadas durante las sesiones de trabajo e incluir en nuestros glosarios aquellos términos que no encontrábamos y que descubrimos por fin en la fase de Gile de “preparación en la conferencia”.

Ahora bien, como muy bien indica García Beyaert, la utilidad del glosario en sí es limitada en cabina ya que mientras interpretamos no hay tiempo para buscar esa palabra que “sé que encontré pero que ahora no me sale”. Además del inconveniente del tiempo hay que tener en cuenta también que el manejo de documentación en cabina es complicado: el micrófono transmite la voz del intérprete y todos los ruidos de la cabina, incluidos el ruido de hojas y folios y del teclado del ordenador. Para la cabina, mejor contar con chuletas escuetas y no tanto con extensos glosarios.

El espacio protegido de la cabina nos ofrece en cambio, algunas oportunidades, pero limitadas, eso sí. En cabina el espacio de trabajo es reducido y compartido; en escasos metros cuadrados debemos caber nosotros y nuestros instrumentos (documentos, botellas de agua, blocs de notas, flexo, ¿ordenador?, bolígrafos, los hay incluso que aconsejan prismáticos… todo con la consola ¡justo en medio de nuestro espacio de la mesa!). La libertad de movimiento es limitada: tenemos poco espacio, pero además el micrófono capta todo tipo de ruidos que tendremos que evitar (papeles, golpes en la mesa, etc.). La documentación es variada y cambiante: a cada orador le corresponde una ponencia diferente, con sus transparencias y muy frecuentemente una terminología propia. La presión es fuerte: presión temporal y gran responsabilidad de las que de sobra somos ya conscientes.
Por todo ello, será esencial organizar muy bien nuestro espacio de trabajo. Podemos tenerlo en cuenta al preparar nuestra documentación:

– Tener las ponencias y transparencias de las que dispongamos muy fácilmente accesibles (¿ordenadas por orden de intervención en un clasificador?).

– Preparar un post-it o una ficha con las palabras que nos compense tener a la vista (palabras recurrentes que se niegan a salir de forma fluida por nuestras bocas, las siglas y sus equivalentes, las dichosas palabras banales que solemos recordar siempre en el idioma en el que no nos conviene en ese momento, etc.). El nombre del congreso/seminario/charla merece un post-it o ficha para él solo: suelen ser largos y precisos y no merece la pena malgastar nuestra energía en repetir el esfuerzo de traducirlo correctamente una y otra vez. Si lo tenemos a la vista en nuestros idiomas de trabajo basta con leerlo y podremos dedicar nuestros esfuerzos a otras dificultades que puedan surgir en la misma frase.

– Reservar un espacio de nuestro campo visual para el programa. Es muy probable que se haga referencia al mismo muy frecuentemente. Los cambios de última hora son el pan de cada día en todo tipo de eventos y se suelen anunciar desde la mesa de ponentes. Además, suelen contener los nombres de los oradores. Es esencial tener a mano la lista de oradores también: debemos saber quién habla, pero también quién ha precedido a dicho orador y quién hablará después. Es casi obligado que algún orador mencione a alguno de sus colegas cuyos nombres no siempre son fáciles de reproducir.

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