Las recientes investigaciones sobre neurobiología y bilingüismo señalan que el dominio de dos idiomas, especialmente desde niños, no solo mejora la capacidad de concentración sino que podría ser también beneficioso para prevenir la aparición de demencia senil y otras enfermedades similares. Otros estudios sugieren que el bilingüismo podría retrasar –hasta 4 años– el desarrollo de enfermedades vinculadas a la demencia senil, incluida la enfermedad de Alzheimer.
Parece ser que los preescolares bilingües se centran más en sus tareas y se distraen menos que sus compañeros monolingües. Es como si el hecho de manejar dos idiomas ayudara al cerebro a agudizar su capacidad para centrarse, evitando información irrelevante. Se especula incluso que el hecho de hablar dos idiomas podría incrementar el flujo de oxígeno y sangre al cerebro, ayudando a mantener las conexiones nerviosas en buen estado, factores que, se cree, previenen la demencia.
De hecho, se ha descubierto recientemente que la materia gris de los adultos bilingües es más densa, sobre todo en el hemisferio cerebral izquierdo, desde donde se controla la mayoría de las habilidades lingüísticas y comunicativas. Este efecto es todavía más pronunciado en aquellas personas que aprendieron un segundo idioma antes de los cinco años, y entre aquellos que dominan su segundo idioma.
Estos resultados indican que ser bilingüe desde una temprana edad altera de manera significativa la estructura del cerebro.
Los detalles de este interesante estudio están en el número de septiembre de la revista Brain briefings.