He recuperado un interesante artículo que se publicó en abril de 2007 en la revista de la OIT «Trabajo». El artículo se titula «Trasladar el mensaje de la OIT al mundo» y describe el funcionamiento del servicio de interpretación en este organismo internacional.
Los delegados encuentran asiento, se colocan los auriculares, conectan el canal del idioma que prefieren y ya están preparados para trabajar. Concentrados en el debate de la Conferencia, apenas reparan en que los oradores que van tomando la palabra hablan idiomas diferentes, tal es la claridad y la precisión con la que se interpretan sus discursos.
Se trata de «traducción de calidad», como la define Althea Wright-Byll. Wright Byll es la intérprete jefe de la OIT, y dirige un equipo de más de 300 intérpretes procedentes de todo el mundo que acuden cada año a la CIT.
Constituyen la auténtica élite del «club» de los intérpretes. Además de un perfecto conocimiento de su idioma materno, hablan al menos cuatro lenguas extranjeras; se ocupan de la traducción simultánea en las sesiones de la CIT, y de la traducción consecutiva en las reuniones del Director General con las delegaciones, en las que, en ocasiones, han de repetir traducidos discursos de 10 a 20 minutos de duración. Poseen un profundo conocimiento de la cultura y de la historia de los países cutos idiomas traducen. Necesitan incluso mantenerse al día de la evolución política en dichos países, con el fin de ser capaces de transmitir todos los matices de una intervención. En torno al 70% de los intérpretes son mujeres.
Con tales cualificaciones, la demanda de estos trabajadores es constante. Son contratados por la CIT con un año de antelación. En cualquier caso, al mismo tiempo, el interés es mutuo: les gusta reservar el mes de junio en sus agendas para la Conferencia Internacional del Trabajo.
«Es un trabajo importante y de prestigio para mí, desde un punto de vista tanto profesional, como personal», señala Dmitry Boulakovsky, intérprete ruso. «Aparte de mis intereses profesionales, considero un privilegio que se me asocie a este foro de ámbito mundial, para facilitar el debate sobre cuestiones que son fundamentales para todos los pueblos del planeta».
Numerosos intérpretes han trabajado en la CIT durante diez o más años, en ocasiones incluso veinte. Como puede imaginarse, durante todo ese tiempo se han convertido en expertos en la terminología de la OIT. Sin embargo, en cada Conferencia siguen surgiendo novedades. El primer día de la CIT, se celebra una sesión informativa especial dirigida al equipo de intérpretes. Es la única ocasión en la que intercambian el puesto con los delegados, se convierten en audiencia y atienden a las presentaciones que realizan los secretarios de los comités de la Conferencia. Éstos describen los principales temas que se tratarán en las sesiones, presentan nuevos términos (por ejemplo, «flexiguridad» supuso un verdadero reto en muchas lenguas), y proporcionan información de referencia sobre trabajos y debates precedentes, de modo que, en el caso de que los ponentes aludan a los mismos, sean entendidos y no malinterpretados.
El servicio de traducción simultánea en la CIT se presta en las siete lenguas oficiales de la OIT: inglés, francés, español, ruso, alemán, árabe y chino. El Gobierno de Japón ha apoyado la traducción en japonés. Además, existe también la denominada traducción del «portugués pasivo», que significa que los delegados pueden hablar en portugués, pero no se facilita la traducción a ese idioma.
Conozcamos por dentro el modo en que se organiza la labor de los intérpretes. Para Althea Wright-Byll, cada jornada de la Conferencia comienza el día anterior, en el que recibe el programa para el día siguiente que le entregan los secretarios de los comités. El programa puede incluir hasta 40 reuniones, además de una sesión plenaria, y cada una de ellas requiere servicios de traducción. Wright-Byll distribuye a sus «tropas» como un general, sin dejar ningún flanco desatendido. Cada mañana aparece en la pared un horario de trabajo claramente especificado; asimismo, los intérpretes pueden comprobar su programa en cualquier momento, mediante una línea telefónica asignada individualmente, y en caso necesario, se depositan materiales de referencia adicionales en los casilleros personales de los intérpretes.
Hay varios jefes de equipo, que coordinan su actividad con los presidentes de los comités y determinan cómo avanza el debate y cuál es el curso de los acontecimientos en las salas de reuniones. De este modo, los intérpretes pueden comprender a qué se han referido los delegados y traducir sus intervenciones correctamente si las cuestiones aludidas vuelven a plantearse. Los presidentes de los comités, a su vez, escuchan la traducción y realizan las correcciones necesarias «on-line» a través de los jefes de equipo; por ejemplo, señalando que no se diga «trabajo en régimen de subcontratación», sino «relación de empleo». Esta comunicación bidireccional ayuda a actualizar puntualmente el singular glosario en los siete idiomas que mantiene el equipo de intérpretes. El glosario se divide por sectores, y los autores de los informes de la OIT, los distintos comités y el servicio de traducción contribuyen asimismo a su elaboración. Se presta especial atención a términos difíciles cuya interpretación errónea debe evitarse a toda costa, como «relación de empleo».
¿Cómo se ve la Conferencia desde la cabina de traducción? «Escuchamos el discurso ‘desde la sala’, como solemos decir (es decir, directamente pronunciado por el ponente), o, si no conocemos el idioma, ‘desde la cabina’, a través de otro intérprete», dice Dmitry Boulakovsky. «Pero no hay que preocuparse de que esta doble traducción pueda distorsionar el significado. Los intérpretes que trabajan aquí son grandes profesionales, y trabajamos en equipo: nos apoyamos los unos a los otros, por lo que la calidad de la traducción no va a sufrir en ningún caso».
«Sí, el espíritu de equipo es fundamental para nuestro trabajo», conviene Althea Wrigh Byll. «Aquí no hay lugar para la competencia; la competencia resulta destructiva para nuestra labor. Nuestros intérpretes trabajan en turnos de 3 horas por parejas, sustituyéndose sucesivamente cada 30 minutos. Pero si usted cree que se relajan durante sus descansos, no podría estar más equivocado. Permanecen constantemente en alerta, preparados para acudir de inmediato a la cabina cuando surge un problema, por ejemplo, con la traducción de algún término, anotando rápidamente en un trozo de papel el modo en que se traduce a su idioma. La traducción simultánea no debe interrumpirse, y es nuestra responsabilidad colectiva procurar que así suceda».
Como en cualquier otro trabajo, la traducción simultánea tiene sus propios «escollos ocultos». Uno de ellos es una forma de hablar acelerada, sobre todo en la sesión plenaria, en la que los delegados leen un texto preparado, siempre a más velocidad que cuando se expresan normalmente. Existe un botón especial de «ralentización» en el estrado, pero los intérpretes nunca lo utilizan: los oradores se ponen tan nerviosos cuando toman la palabra que interpretan la señal como una indicación de «tiempo completado» y comienzan a hablar aún más deprisa.
¿Adivinan lo que resulta más difícil de traducir? No es la terminología de la OIT, ni la jerga jurídica. Lo más difícil son los chistes y las citas religiosas. Las bromas requieren reacciones rápidas, imaginación y un pensamiento creativo. En el caso de las citas religiosas, el intérprete debe tener una excelente formación, y ha de estar familiarizado con la historia y la cultura del país en cuestión.
«Nuestro equipo trabaja muy duro, y mi labor consiste en garantizar una organización adecuada, buenas condiciones de trabajo y armonía», comenta Althea Wright-Byll. Es demasiado modesta. En realidad, supervisa y coordina el funcionamiento en su totalidad de este complejo sistema. Los demás acuden a ella con todo tipo de problemas: técnicos, médicos o personales. Entre Conferencias, visita escuelas de idiomas en Ginebra, a la búsqueda de alumnos con talento; varios de ellos se han incorporado ya al equipo. Se asegura de que se coloque a los intérpretes más jóvenes con los más experimentado, elevando gradualmente la dificultad de su labor.
«Ésta es mi segunda CIL», señala Shiho Kawamura, traductora de japonés. «Comencé el año pasado, con tareas de menos responsabilidad. Este año me han destinado ya al Comité de Seguridad y Salud en el Trabajo, y debo decir con orgullo que lo hice bien, aunque el tema y la terminología eran bastante complejos».
Los integrantes de este equipo hacen muchas cosas a su modo, incluida la tradicional «fiesta de los intérpretes», que se celebra no al final de la CIT, como podría suponerse, sino al principio de la segunda semana, cuando todo el equipo sigue en Ginebra. Se trata de una reunión simpática e informal: invitan al Director General, a los presidentes de los comités, a técnicos y expertos informáticos; en definitiva, a todos aquéllos para los que trabajan y con los que colaboran. Como siempre, en la fiesta de este año, brindarán por el «trabajo en equipo» y la «traducción de calidad» demostrada en la Conferencia Internacional del Trabajo, trasladando el mensaje de la OIT al mundo.
Vía: Trabajo