Vida más allá de la cabina

El conocimiento lingüístico tan sólo es una de las herramientas del intérprete, la interpretación supone transmitir un discurso hablado, contenidos, y saber un idioma o ser «bilingüe» no significa necesariamente que se pueda ser intérprete: la interpretación es una destreza y existen una serie de técnicas y métodos que hay que aprender. Te tienen que gustar los idiomas y disfrutar del esfuerzo que conlleva el aprender y mantener un alto nivel lingüístico de forma continua.

Como la variedad de temas tratados en las conferencias es casi ilimitada [incluso dentro del ámbito de las ciencias agrarias te puede tocar cualquier tema, desde «micorrización de la encina» hasta «derechos del obtentor» pasando por «epidemiología veterinaria», «inseminación artificial en cerdas», «incendios forestales» o «el cultivo del mejillón en bateas»] el intérprete debe prepararse a conciencia antes de cada conferencia. En este sentido, la improvisación es incompatible con una interpretación responsable. Antes de entrar en cabina, el intérprete dedica muchas horas a prepararse, recabando información sobre el tema y leyendo documentación en sus idiomas de trabajo (en mi caso, intento trabajar desde el inglés al español, que es mi lengua materna; pero también hago “retour”, es decir, desde mi lengua materna –español– hacia el inglés), intentando mantenerse al corriente de los cambios y las nuevas terminologías, así como de la actualidad (es esencial intentar leer la prensa a diario y en diferentes idiomas, para estar informado de la situación política internacional y los últimos acontecimientos ya que -durante los discursos o ponencias- los conferenciantes muchas veces hacen referencia a eventos importantes y a la actualidad).

Familiarizarse con la actividad de investigación o docencia de los ponentes es también importante puesto que ayuda al intérprete a entender las intenciones detrás de las palabras del orador. Saber en qué universidad o empresa trabaja, qué puesto tuvo anteriormente, las líneas de investigación que sigue, sus publicaciones recientes , su participación en proyectos, etc. son aspectos que conviene tener en cuenta también a la hora de preparar el trabajo.

Las estrategias de preparación pueden ser muy variadas, cada maestrillo tiene su librillo, pero es indiscutible que las nuevas tecnologías y el uso masivo de internet han simplificado y agilizado enormemente la tarea de documentación y preparación previa. La web nos ofrece un sinfín de recursos y podemos encontrar prácticamente todo: catálogos web, portales temáticos, webs científicas, webs de universidades o de empresas, bibliotecas en línea, revistas, foros, glosarios, bases de datos terminológicas, discursos en formato audio o video, y hasta radios y TV locales de cualquier país del globo para que podamos entrenar nuestro oído con acentos complicados.

Nada que ver con la situación previa al despegue de internet. Todavía me acuerdo de un seminario que se celebró, hace muchos años, sobre gestión de la caza cuya preparación fue una tortura; tuve que visitar bibliotecas, consultar enciclopedias y revistas especializadas, preguntar aquí y allá, además de pasar una tarde muy interesante en casa de una amiga conversando con su padre que era cazador para que me documentara al respecto y me dejara unos cuantos libros que tenía sobre caza mayor, caza menor, el perro de caza y los trofeos.

No cabe duda de que el aprendizaje continuo es parte del trabajo de un intérprete, y eso es todo un privilegio.

«The fundamental rule when you’re not sure of a term or phrase is ask. There is an old Japanese adage which goes:

to question and ask is a moment’s shame, but to question and not ask is a lifetime’s shame.»

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